Aprender un nuevo idioma solo tiene beneficios. Más allá del reto personal de ser capaz de pensar en diferentes idiomas o de hacer amigos –motivo muy popular entre los jóvenes a la hora de iniciar el estudio de un nuevo idioma–, numerosos estudios prueban de forma científica las numerosas ventajas de conocer más idiomas además del materno. Ahora, un nuevo estudio observa una relación directa entre el conocimiento de distintos idiomas y las actitudes. Esto quiere decir que las personas que aprenden un nuevo idioma tienen una mentalidad más abierta, son más tolerantes y más flexibles. En definitiva, su forma de pensar es mucho menos cuadriculada porque tienen una forma de ver la vida menos preconcebida.

 

Además de estimular la apertura mental, aprender nuevos idiomas nos aporta otros muchos beneficios:

 

– Mejora en las capacidades: las personas bilingües tienen la habilidad de cambiar de actividad de forma mucho más rápida que aquellas que sólo conocen la lengua materna, mostrando mayor flexibilidad cognitiva y una adaptación mucho más fácil ante circunstancias inesperadas.

 

– Aprender idiomas ayuda a sobrellevar mejor experiencias traumáticas de pérdida o síntomas depresivos en general, ya que supone una vía de escape al desviar el foco de atención de nuestros problemas.

 

– Entrena nuestro cerebro. En el caso de la memoria, por ejemplo, se sabe que tenemos distintos sistemas y que aprender un nuevo idioma afecta a todos ellos. Muchos estudios demuestran que ser multilingüe mejora tanto la memoria como la atención, llegando incluso a retrasar la aparición de la demencia en la vejez unos cinco años.

 

– Algunos expertos utilizan el término “camaleones culturales” para referirse a las personas que sufren el proceso mediante el cual nuestras estructuras cerebrales cambian. Aprender idiomas nos convierte en ciudadanos del mundo porque hace que tomemos muchas costumbres y formas de vida de otros países.

 

– Y en cuanto a la relación entre personalidad e idiomas, la falta de adaptabilidad a los cambios supone una barrera bastante importante a la hora de aprender nuevos lenguajes. Esto se conoce como “permeabilidad del ego” y tiene relación con la capacidad empática de cada persona. O lo que es lo mismo, las personas que muestran más empatía con el resto tienen la habilidad de hablar el nuevo idioma de forma más fluida.

 

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