Esta pregunta nos la hacemos muchos con gran impotencia, cuando además vemos que otros tienen una incomprensible facilidad para aprender el idioma. Por qué no consigo aprender inglés, es algo que debiéramos poder contestar a nosotros mismos, en lugar de caer en la envidia.

Esa envidia es un sentimiento negativo en el que podemos caer por la falsa creencia de no consigo aprender inglés porque soy incapaz de ello, mientras que otros, por alguna virtud mágica, sí que pueden, y además con fluidez. Pero no hay nada de mágico ni de misterioso en el aprendizaje fluido del inglés. Como tantas otras cosas en la vida, se trata de una cuestión de esfuerzo y de adaptación, o, mejor dicho, de sucesivas adaptaciones.

Para ello es necesario el uso y la práctica reiterada del idioma, con sus aciertos y fallos constantes que harán podamos asimilar conceptos, expresiones, estructuras gramaticales… y corregirlos. Pero también dependerá mucho de nuestra forma de ser, si somos más o menos extrovertidos y no nos da miedo de hablar y expresarnos a pesar de los errores, la motivación y otros tantos rasgos personales que también influyen a la hora de aprender inglés o cualquiera otra lengua.

Jóvenes y adultos progresamos más rápido si tenemos la posibilidad de utilizar el idioma a diario, ya sea en el instituto o el lugar de trabajo, aunque ya sepamos de antemano que es muy complicado, por no decir imposible alcanzar el nivel de pronunciación o entonación de un nativo. Si comparamos con un niño, esta cuestión cambia, ya que desde muy pequeños son capaces de asimilar matices del lenguaje para los que nosotros no estamos preparados.

De entrada, el inglés conlleva una serie de dificultades que resultan bastante llamativas para el hispanohablante y que podemos ver algunas a continuación.

 

¿Cómo puedo aprender inglés, si es tan difícil?

 

  • La sintaxis y la morfología. La construcción gramatical del idioma inglés difiere radicalmente de la de las lenguas románicas, entre ellas el español. Sin embargo, una vez que entramos a aprenderla, vemos que tiene algunos puntos en común con el castellano, y que aquellos que difieren de nuestro idioma no son tan difíciles de aprender, sobre todo con un poco de práctica.
  • Las expresiones cotidianas. Las expresiones de cada día y el inglés de la calle también presentan dificultades de entrada. No obstante, tienen una lógica interna, y además están llenas de bellezas y de curiosidades sorprendentes. El idioma es el hogar de los pueblos, donde vive su cultura y su forma de concebir la vida y el mundo. Todo este caudal tan rico se hace agradable de aprender y puede resultar bastante divertido. Todo esto hace el aprendizaje más dulce, y, por lo tanto, más fácil.
  • La fonética y la comprensión auditiva. La fonética del inglés es muy caprichosa, rica y variopinta. Esto comporta lógicas dificultades para el castellanoparlante, acostumbrado a una lengua de fonética bien sencilla, pentavocálica y que se pronuncia como se escribe. Con aprendizaje, esfuerzo y adaptación, es posible adaptar nuestros oídos a la fonética inglesa y entender a cualquiera que se exprese en inglés. Si desarraigamos los mitos negativos sobre nosotros mismos y sobre el aprendizaje de idiomas, todos podemos conseguirlo.
  • La expresión oral. Lo mismo sucede con la pronunciación del idioma. Pero con una rica práctica de pronunciación, todos podemos llegar a hablar el inglés con fluidez.

Si no consigo aprender inglés, es por falta de práctica y de adaptación. Para aprender bien el idioma de Shakespeare, debemos contar con un método adecuado, que combine los ejercicios escritos, la audición, la redacción en la que aprendamos a ser creativos con la lengua escrita, y la expresión oral en ejercicios de conversación.

Lo ideal es que estas prácticas y ejercicios se vayan desarrollando durante varias horas a la semana.  Es mucho más fácil aprender en compañía de otros, con un profesor nativo, y en centros de formación. Así podemos compartir nuestra experiencia con otros, y ya de paso comprobar que no somos los únicos que experimentan dificultades iniciales con el inglés.

Si tienes la oportunidad de embarcarte en la aventura y realizar un Erasmus o pasar varios meses en el país anglosajón, conseguirás una inmersión lingüística en toda regla. Eso si, será todo un reto y una difícil, pero completa adaptación a la lengua y sus hablantes, con sus particularidades y un sinfín de nuevos conocimientos asociados que te harán progresar y asimilar de manera más rápida el idioma.

 

¿Dónde puedo aprender inglés?

 

Como hemos señalado en el último párrafo, lo ideal y más aconsejable, es pasar una temporada en el país de origen de la lengua. Pero si esta posibilidad no es factible, existen otras alternativas muy válidas para aprender inglés como es un centro de formación a cargo de profesionales y de docentes nativos, con clases preferentemente presenciales donde podamos practicar el idioma con compañeros y con el profesor mismo.

Si queremos una plena inmersión en el idioma, sumergirnos en él para aprender con cierta rapidez a usarlo en la vida cotidiana y a comprenderlo auditivamente, la mejor opción son los programas de intercambio y los cursos realizados en el extranjero, en países anglosajones. Al igual que los cursos intensivos, se trata de una forma excelente de aprovechar los periodos vacacionales para llenarnos de conocimientos nuevos, necesarios y provechosos.

Otra opción son los locales de intercambio de idiomas, un lugar de encuentro entre aquellos que quieres aprender el idioma de otra persona que quiere aprender, a su vez, el nuestro, con la ventaja de poder disfrutar de un ambiente distendido mientras tomas algo. Un tipo de actividad en la que, además de practicar inglés con gente nativa, conoces a nuevas personas.

No debo seguir creyendo que no consigo aprender inglés. La mejor forma de luchar contra este mito negativo es empezar a estudiar, practicar y aprender, con métodos amenos y eficaces.