¿Por qué nos cuesta tanto ser constante a la hora de estudiar y asimilar una nueva lengua? ¿Qué motivos nos impiden aprender idiomas? Te contamos cuáles son los errores más habituales y cómo podemos evitarlos.

Los motivos que te impiden aprender idiomas son algo que debes conocer y enfrentar si quieres sobreponerte a tus propias limitaciones y llegar a dominar un idioma extranjero. Todos somos capaces de lograrlo. Lo que debes hacer en primer lugar es proponértelo en serio, sin sucumbir a ansiedades innecesarias y sin caer en el complejo de inferioridad, la falta de autoestima, o la auto fustigación, que tan frecuentes son ante los aprendizajes complejos y dificultosos.

Fácil es si desde la infancia manejamos dos idiomas, ya sea porque nuestros padres sean de diferente nacionalidad o por otras cuestiones. Pero el aprendizaje de una lengua en otras circunstancias requiere de otros factores y que son las causas que podrían provocar la dificultad para adquirirlo. De esta forma, la capacidad de expresarse y comunicarse en una lengua distinta a la nuestra es gradual y dependerá del uso que hagamos de ella, cómo y dónde; además de los conocimientos en fonética, vocabulario o gramática.

No es lo mismo aprender una segunda lengua en el país de origen, que hacerlo en el país nativo de esa lengua. La primera opción será acumular conocimientos del idioma, los mencionados anteriormente, en especial reglas gramaticales, fonética o el vocabulario. Sin embargo, si nos embarcamos a aprender otro idioma en el país de esa lengua, aprenderemos a expresarnos y a comunicarnos, además de desarrollar un entorno ideal para hacerlo.

Los obstáculos que solemos autoimponernos a la hora de aprender una lengua extranjera son numerosos, pero pueden resumirse básicamente en las siguientes líneas:

  • El miedo al fracaso. Es un aspecto psicológico que se halla omnipresente en nuestra sociedad, con mucha mayor presencia en determinadas personas. Los traumas personales, el hecho de plegarse en exceso a una mentalidad competitiva, o el miedo a no cumplir las propias expectativas, son factores que tienen mucho peso en el temor a aprender un idioma extranjero. Pero con esfuerzo, tesón y dedicación, y siguiendo el programa de estudios de una manera constante y tenaz, no hay nada que temer. Hemos de tener en cuenta que los programas de aprendizaje de idiomas extranjeros como el inglés, están expresamente diseñados para que nuestra evolución sea lenta pero segura: es decir, paulatina y eficaz.
  • La ansiedad. La falta de calma a la hora de estudiar puede conducirnos al estrés y la sobrecarga. Pero no es necesario sobrepasar las tareas que nos han y nos hemos asignado. El aprendizaje tiene un ritmo determinado (incluso en los cursos intensivos) y basta con seguir este ritmo de forma consecuente y realizando las tareas correspondientes.
  • La pereza. La idea misma de la dificultad y la complejidad del aprendizaje idiomático puede llevarnos a la pasividad, o a ir posponiendo las tareas o dejándolas sin realizar o sin concluir. La combinación de diversos métodos, y el uso de unos tiempos razonables de estudio cumplen un papel fundamental para alejarnos de tan peligroso escollo, que no es sino uno de las principales razones que te impiden aprender idiomas.
  • La vergüenza. Activa zonas cerebrales que nos impide de alguna manera hacer aquello que queremos. La vergüenza nos limita nuestra capacidad de aprendizaje, ya que nos hace pequeños a la hora de expresarnos, de hablar en otro idioma distinto al nuestros por el miedo a no hacerlo bien, a no pronunciar igual o al rechazo que eso pueda suponer.
  • La falta de interés. Si el idioma que vamos a aprender no es de nuestro agrado o lo estamos aprendiendo por imposición o necesidad, más que por gusto e interés, seguro que nuestro empeño, dedicación, entusiasmo y ganas no son las mismas. Necesitamos embarcarnos en el aprendizaje de un idioma que nos atraiga, nos guste y sintamos esas ganas de saber más y más de la lengua y todo lo que le rodea. Sólo así será posible avanzar y aprender.

1. Ante todo, mucha calma

 

Suele pasar que siempre que nos embarcamos en un nuevo proyecto, ponemos demasiado ímpetu al principio y nos vamos desinflando poco a poco. Si bien este ánimo es positivo, también es importante no confiar demasiado en él: cuando se pierde el ánimo por la novedad, desaparece también el entusiasmo y nos costará más trabajo encontrar las ganas de aprender.

Ante esto, lo que debemos hacer es actuar con calma. El aprendizaje de un nuevo idioma tiene que convertirse en una actividad que debemos llevar a cabo de forma regular y cotidiana. De lo contrario, el estudio nos durará una semana y después nos cansaremos. Dedicarle un rato cada día siempre será mejor que hacerlo una semana de forma intensiva y luego nada.

 

2. Ventajas de tener mala memoria

 

Si crees que para aprender idiomas necesitas tener una memoria prodigiosa, te equivocas. No cabe duda de que una buena memoria es muy útil, pero no debemos olvidar que esta tiene que ser utilizada y entrenada correctamente. Memorizar frases enteras puede ser útil en determinadas situaciones, como en un aeropuerto, pero no nos servirá de nada si en una conversación aparecen temas que no están incluidos en tu libro de gramática.

Si no te acuerdas de una palabra en concreto, utiliza la riqueza del vocabulario para situarla en un contexto o definirla. Se trata de buscar una alternativa y, ya de paso, entrenar nuestra sinapsis. Si sabemos cómo utilizarla, nuestra memoria puede ser nuestra mejor aliada.

 

3. Nadie es perfecto

 

Uno de los primeros obstáculos que nos impiden mejorar cuando aprendemos un nuevo idioma es el deseo prematuro de querer tener una pronunciación perfecta y una gramática impecable. Esto puede lograrse con (mucha práctica), pero no debemos obsesionarnos con ello ni mucho menos hacer que se convierta en nuestra prioridad a la hora de aprender idiomas. Si basamos nuestra confianza únicamente en nuestra pronunciación y nuestra gramática y nos vemos resultados a corto plazo, nuestro interés por aprender idiomas se verá mermado enormemente.

Como consejo: haz un esfuerzo por intentar perder el miedo a cometer errores.

 

4. Disfruta de tus logros

 

Probablemente tú, que estás leyendo esto, hayas estudiado con empeño y constancia el idioma, hayas mejorado tu pronunciación, tu vocabulario se haya ampliado y hayas sido capaz de desenvolverte en este nuevo idioma. ¿Y ahora qué? Te mereces una recompensa. Cuando conseguimos un logro importante, tenemos también celebrarlo. Y qué mejor manera de hacerlo que empapándonos aún más de este nuevo idioma que hemos aprendido: ponte una película, canta una canción o escucha la radio. Todo ello, cómo no, en el idioma original.

Es muy positivo incluir actividades que nos diviertan y que estas estén en el idioma que estamos aprendiendo. Recomendamos combinar lo útil con lo agradable para aprender y divertirse a la vez.

 

5. Tener la meta a la vista

 

Siempre que nos embarcamos en un nuevo proyecto tenemos que hacerlo con una meta que nos dé un plus de motivación. Para llegar al final del camino, hay que tener claro por qué empezamos a recorrer este camino. ¿Por qué aprendemos un nuevo idioma? Ten presente tu meta y observa cómo se va reduciendo el trayecto. Tener una meta a la vista aumenta nuestra motivación.